El Gobierno puso en marcha, desde el año 2006, 22 proyectos de industrialización, con una inversión de más de 1.113,6 millones de dólares, según la publicación Bolivia, una mirada a los logros más importantes del nuevo modelo económico.
El documento fue elaborado por el Ministerio de Economía.
Entre los emprendimientos más importantes y millonarios se encuentran la planta separadora de líquidos de Río Grande, con una inversión de 183, 4 millones de dólares, y la planta piloto de baterías de ion litio en La Palca de 400 millones de dólares.
También está en ejecución la generadora de electricidad ciclo combinado de Guaracachi, de 102,2 millones de dólares.
Están en proceso de construcción otros 17 emprendimientos con una inversión de 6.703 millones de dólares (ver apoyo).
El economista Enrique Velazco opina que la separación de líquidos es un proceso físico que no implica industrialización. Sin embargo, el etano, propano y butano extraídos sirven para alimentar industrias como la producción de amoniaco y urea, que posteriormente pueden abastecer las plantas de propileno, polietileno y derivados.
En el caso de la hidrometalurgia, la industrialización del litio corresponde a transformaciones de recursos naturales para producir commodities o materias primas (cobre, carbonato de litio) o productos finales (baterías). Son procesos intensivos en capital, pero mínima creación de empleo.
Añadió que las fábricas de ácido sulfúrico, cemento, papel y cartón producirán insumos destinados a otras industrias.
Las de palmito, lácteos, almendras, semillas y bimate permitirán transformar recursos naturales renovables en productos de consumo final. Se consideran manufacturas livianas y su viabilidad depende de las ventajas comparativas (en algunos casos podrían tener ventajas competitivas).
"La pregunta de fondo es si se justifica que el Estado invierta recursos en este tipo de actividades que normalmente deberían ser asumidas por los actores privados, individuales o colectivos”, precisó.
Las termoeléctricas no son industrias en el sentido "tradicional”: sólo queman el gas para generar vapor y producir electricidad alimentando de vapor a las turbinas. No generan empleo, añadió.
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